A pesar de estar llorando, Nagore le sonrió, fue una sonrisa extraña. Una sonrisa perdida en un rostro triste.
jueves, 14 de enero de 2010
-En realidad, para entonces ya habían alcanzado un grado de desarrollo muy superior al nuestro -interviene Martín-. No sólo tecnológico, también espiritual... La última guerra había amenazado seriamente la supervivencia de muchas de las especies de su planeta. Entonces se dieron cuenta de que tenían que tomar una decisión drástica para evitar nuevos desastres. Estaban preparados para hacerlo... Y lo hicieron.
-No sé que quieres decir. ¿Cuál fue esa decisión? -pregunto.
-Unirse al resto de especies de su mundo de un modo indestructible. Establecer una simbiosis con ellas... Compartir con todas las criaturas su inteligencia y su conciencia, y permitirles participar de sus logros tecnológicos. Era la única manera de garantizar la supervivencia del planeta; y también la suya propia.
-No puedo creerlo -murmuro, con los ojos clavados en la oscuridad que lo sumerge todo más allá de las ventanillas-. ¿Renunciaron a su individualidad?
La Llave del tiempo, El Palacio del Silencio.
A. Alonso y J. Pelegrín
-No sé que quieres decir. ¿Cuál fue esa decisión? -pregunto.
-Unirse al resto de especies de su mundo de un modo indestructible. Establecer una simbiosis con ellas... Compartir con todas las criaturas su inteligencia y su conciencia, y permitirles participar de sus logros tecnológicos. Era la única manera de garantizar la supervivencia del planeta; y también la suya propia.
-No puedo creerlo -murmuro, con los ojos clavados en la oscuridad que lo sumerge todo más allá de las ventanillas-. ¿Renunciaron a su individualidad?
La Llave del tiempo, El Palacio del Silencio.
A. Alonso y J. Pelegrín
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